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La verdad se
corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
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¿Qué cosa
más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo
mismo?
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Cuando mejor
es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.
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Los hombres
son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos.
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Una cosa es
saber y otra saber enseñar.
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Si hacemos
el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos.
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La
confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume; el respeto la
conserva.
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Recuerdo
incluso lo que no quiero. Olvidar no puedo lo que quiero.
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Estos son
malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo
escribe libros.
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En cuanto a
la adversidad, difícilmente la soportarías si no tuvieras un amigo que sufriese
por ti más que tu mismo.
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Cuanto mayor
es la dificultad, mayor es la gloria.
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La amistad
es un acuerdo perfecto de los sentimientos de cosas humanas y divinas, unidas a
la bondad y a una mutua ternura.
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El amor es
el deseo de obtener la amistad de una persona que nos atrae por su belleza.
·
El buen
ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende
hacerse superior a las leyes.
·
La honradez
es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni
provecho.
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A pesar de
que ya soy mayor, sigo aprendiendo de mis discípulos.
·
Todas las
cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede
durar largo tiempo.
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Es una
necedad arrancarse los cabellos en los momentos de aflicción, como si ésta
pudiera ser aliviada por la calvicie.
·
Si quieres
aprender, enseña.
·
Este es el
primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo
honesto hacer por ellos.
·
Nada
perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
·
La justicia
no espera ningún premio. Se la acepta por ella misma. Y de igual manera son
todas las virtudes.
·
La
naturaleza quiere que la amistad sea auxiliadora de virtudes, mas no compañera
de vicios.
·
La falsedad
está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno
resbaladizo.
·
El que
seduce a un juez con el prestigio de su elocuencia, es más culpable que el que
le corrompe con dinero.
·
Mi
conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo.
·
No hay nada
tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable.
·
No entiendo
por qué el que es dichoso busca mayor felicidad.
·
Las vanas
pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.
·
Preferiría
la paz más injusta a la más justa de las guerras.
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Este es el
primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo
honesto hacer por ellos.
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Nada
perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
·
La justicia
no espera ningún premio. Se la acepta por ella misma. Y de igual manera son
todas las virtudes.
·
La
naturaleza quiere que la amistad sea auxiliadora de virtudes, mas no compañera
de vicios.
·
La falsedad
está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno
resbaladizo.
·
El que
seduce a un juez con el prestigio de su elocuencia, es más culpable que el que
le corrompe con dinero.
·
Mi
conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo.
·
No hay nada
tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable.
·
No entiendo
por qué el que es dichoso busca mayor felicidad.
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Las vanas
pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.
·
Preferiría
la paz más injusta a la más justa de las guerras.
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Si cerca de
la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada.
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No basta con
alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla.
·
La amistad
comienza donde termina o cuando concluye el interés.
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Es bueno
acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha.
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Nada resulta
más atractivo en un hombre que su cortesía, su paciencia y su tolerancia.
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Me
avergüenzo de esos filósofos que no quieren desterrar ningún vicio si no está
castigado por el juez.
·
Nadie que
confía en sí, envidia la virtud del otro.
·
La primera
ley de la amistad es pedir a los amigos cosas honradas; y sólo cosas honradas
hacer por ellos.
·
La ciencia
que se aparte de la justicia más que ciencia debe llamarse astucia.
·
Las
enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.
De hombres
es equivocarse; de locos persistir en el error.
No logran
entender los hombres cuán gran renta constituye la economía.
Humano es
errar; pero sólo los estúpidos perseveran en el error.
No sé, si,
con excepción de la sabiduría, los dioses inmortales han otorgado al hombre
algo mejor que la amistad.
Un hogar sin
libros es como un cuerpo sin alma.
Son siempre
más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se siente airado que cuando
está tranquilo.
Pensar es
como vivir dos veces.
Quien
contempla a un verdadero amigo, es como si contemplara a otro ejemplar de sí
mismo.
Nada hay más
injusto que buscar premio en la justicia.
La vida de
los muertos perdura en la memoria de los vivos.
Hay que
atender no sólo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo
porque lo siente.
Para ser
libres hay que ser esclavos de la ley.
No saber lo
que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
El recuerdo
del mal pasado es alegre.
El que sufre
tiene memoria.
Si queremos
gozar la paz, debemos velar bien las armas; si deponemos las armas no tendremos
jamás paz.
No es otra
cosa la amistad que un sumo consentimiento en las cosas divinas y humanas con
amor y benevolencia.
La vida
feliz y dichosa es el objeto único de toda la filosofía.
No hay cosa
que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su
propia vida.
La sola idea
de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral.
La victoria
es por naturaleza insolente y arrogante.
Difícil es
decir cuánto concilia los ánimos humanos la cortesía y la afabilidad al hablar.
Los deseos
del joven muestran las futuras virtudes del hombre.
Los deseos
deben obedecer a la razón.
Las leyes
callan cuando las armas hablan.
Los hombres
sabios nos han enseñado que no sólo hay que elegir entre los males el menor,
sino también sacar de ellos todo el bien que puedan contener.
La fuerza es
el derecho de las bestias.
Mis libros
siempre están a mi disposición, nunca están ocupados.
La necedad
es la madre de todos los males.
Es
preferible ser viejo menos tiempo que serlo antes de la vejez.
Si quieres
ser viejo mucho tiempo, hazte viejo pronto.
Las leyes se
han hecho para el bien de los ciudadanos.
La libertad
sólo reside en los estados en los que el pueblo tiene el poder supremo.
Cuando los
tambores hablan, las leyes callan.
Por
conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe
temerse.
La
naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de ver la verdad.
La
naturaleza misma ha impreso en la mente de todos la idea de un Dios.
El egoísta
se ama a sí mismo sin rivales.
La justicia
es absolutamente nula si no se encuentra en la naturaleza.
La ley
suprema es el bien del pueblo.
La ley no ha
sido establecida por el ingenio de los hombres, ni por el mandamiento de los
pueblos, sino que es algo eterno que rige el Universo con la sabiduría del
imperar y del prohibir.
La ley es,
pues, la distinción de las cosas justas e injustas, expresada con arreglo a
aquella antiquísima y primera naturaleza de las cosas.
El tiempo es
una cierta parte de la eternidad.
No hay nada
hecho por la mano del hombre que tarde o temprano el tiempo no destruya.
No hay
hombre de nación alguna que, habiendo tomado a la naturaleza por guía, no pueda
llegar a la verdad.
Todas las
acciones cumplidas sin ostentación y sin testigos me parecen más loables.
Es propio de
los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios.
Donde quiera
que se esté bien, allí está la patria.
No hay
absurdo que no haya pasado por la cabeza de algún filósofo.
Hay que
comer para vivir, no vivir para comer.
No solamente
es ciega la fortuna, sino que de ordinario vuelve también ciegos a aquellos a
quienes acaricia.
Si las leyes
fueran constituidas por los hombres, o por las sentencias de los jueces, serían
derechos matar, robar, adulterar, etcétera.
Seamos
esclavos de las leyes, para poder ser libres.
La salud del
pueblo está en la supremacía de la ley.
Cuanto más
altos estamos, más debemos bajarnos hacia nuestros inferiores.
La evidencia
es la más decisiva demostración.
¡Oh, dulce
nombre de la libertad!